El día 14 de diciembre, la Fundación Sur Argentina presentó un recurso de habeas corpus en la ciudad de Buenos Aires a favor de menores de 16 años privados de libertad por «protección» en cárceles, irónicamente denominadas institutos.
Como se sabe, el habeas corpus constituye un viejo (su existencia se remonta a 1285) remedio extremo a una situación tan extrema cuanto la privación ilegal de la libertad. Esta ilegalidad, puede remitir tanto a la autoridad (legitima o ilegitima) de quien dispone la privación de libertad, a los motivos de esgrimidos para la misma o a la constitucionalidad de la norma jurídica en cuestión.
En este caso específico, el remedio se dirige a legítimos jueces de menores quienes, en violación flagrante de la norma correspondiente , el decreto Ley de la dictadura 22.278 de 1980, disponen la privación de libertad efectiva de seres humanos que el propio decreto denomina como inimputables y no punibles.
Un caso de suprema ironía. Mientras probablemente nadie niegue el principio según el cual los menores de edad deberían tener mas derechos que los adultos, son en este caso los menores de 16 años los que poseen menos derechos que el peor de los criminales adultos.
Curiosa forma de «protección», que no los libra de la privación de libertad, aunque si del sagrado y elemental derecho a un debido proceso.
La Argentina es en esto (y en otras cosas) un extraño país. En materia de menores, es el más brutal y atrasado de América Latina. El único país que, entre 1997 y 2003, ha irrogado 12 sentencias de reclusión perpetua a individuos que al momento de cometer el delito eran menores de edad (de 16 y 17 años). El país con mas condenas en materia de infancia por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
El único (junto a Cuba) que no posee un sistema de responsabilidad penal juvenil, sistemas que establecen una responsabilidad penal atenuada y diferenciada respecto de los adultos a partir, en general, de los 14 años.
En la Argentina no. En la Argentina no existe el termostato. En estas tierras se trata como adultos a los menores de 18 años y mayores de 16 y como incapaces , pero con privación de libertad, a los menores de esta última edad.
No es de extrañar que en este fango jurídico se desarrolle el peor de los debates. A un Berni que propone un retribucionismo torpe que trata a los menores de edad, sin límite inferior de edad, exactamente como si fueran adultos, se opone el abolicionismo bobo de un Zaffaroni que no duda en justificar las privaciones ilegales de libertad como forma de «protección» e, irónicamente, como una alternativa a la pena.
Aunque estamos rodeados, tenemos la imperiosa obligación y necesidad de seguir buscando la racionalidad perdida.
fuente: https://www.memo.com.ar/opinion/menores-y-delito-entre-berni-y-zaffaroni-en-busca-de-la-racionalidad-perdida/