Niñas, niños y adolescentes desaparecidos en europa: una clara violación de la convención sobre los derechos del niño.[1]
Durante el transcurso de la semana pasada, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) dio a conocer una nueva tragedia en el mar Mediterráneo. Se cree que alrededor de 500 personas provenientes de África murieron ahogadas, en algún punto entre Libia e Italia, mientras eran trasladadas por traficantes en una embarcación hacinada. De confirmarse, esta sería la mayor pérdida de vidas humanas de los últimos 12 meses.
Sin embargo, este hecho es apenas uno más de los tantos que se suceden en la región, producto de una crisis humanitaria sin precedentes desde el final de la Segunda Guerra Mundial. En dicho contexto, las niñas, niños y adolescentes son un colectivo especialmente afectado debido a su particular situación de vulnerabilidad.
Se estima que en 2015 ingresaron a Europa más de 1 millón de refugiados, la mayoría de ellos provenientes de zonas de conflicto armado en Siria, Irak y Afganistán. De ese total de personas, un 27% fueron niñas, niños y adolescentes, muchos de los cuales -26 mil aproximadamente- cruzaron las fronteras sin ningún tipo de acompañamiento por parte de adultos responsables.
Las graves implicancias de esta situación fueron informadas por la Oficina Europea de Policía (Europol), quien este año dio a conocer que al menos 10.000 niños y niñas refugiados que viajaban solos habrían desaparecido a su llegada a Europa. Algunos, se encontrarían con sus familiares sin que las autoridades tengan conocimiento de ello. No obstante, muchos otros habrían caído en manos de grupos criminales asociados a redes de explotación sexual y esclavismo. Las cifras exactas se desconocen, pero se tiene conocimiento de organizaciones delictivas involucradas en el tráfico de niños y niñas que ingresan a Europa en busca de refugio.
Conforme lo establece la Convención sobre los Derechos del Niño, los Estados Partes deben adoptar medidas adecuadas para lograr que todo niño que trate de obtener el estatuto de refugiado, tanto si está solo como si está acompañado de sus padres o de cualquier otra persona, cuente con la protección y la asistencia humanitaria adecuadas para el disfrute de sus derechos humanos. A tal efecto, los Estados deben cooperar para proteger y ayudar a todo niño refugiado y localizar a sus padres o a otros miembros de su familia, concediéndoles en los casos en que ello no sea posible, la misma protección que a cualquier otro niño privado permanente o temporalmente de su medio familiar por cualquier motivo.
Los hechos aquí referidos dejan en evidencia que los Estados europeos receptores de niñas, niños y adolescentes en búsqueda de refugio, no están adoptando las medidas pertinentes para garantizar sus derechos humanos más fundamentales. Esto, sin lugar a dudas, constituye una flagrante violación de la Convención de los Derechos del Niño que debe ser subsanada de manera inmediata.
[1] El autor de la nota es Mariano G. Valentini (mvalentini@gmail.com). Abogado y Magíster en Derecho Internacional de los Derechos Humanos de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Candidato a Máster en Políticas Públicas de Hertie School of Governance, Berlín, Alemania.
La fotografías son de Maximiliano Carrizo (mxcarrizo@gmail.com). Fotógrafo y Estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.